Una historia que no quiere quedar en el olvido…
Mi nombre es nadie, así me gusta llamarme desde hace años. Mi edad mediana, ya al borde de la vejez. Mi profesión no es otra que la de intentar ser persona día a día. Soy pacífico por naturaleza y convicción. Mis ideas se resumen en el respeto total hacia los demás. sea cual sea su condición, ideología, bolsillo, raza, sexo o religión.
Descreo de la política aunque me gusta ser un ciudadano cosmopolita, abierto y amante de la libertad por encima de todo. No practico ninguna religión aunque creo en Dios dependiendo del momento que me halle.
Hace cuarenta años, mi vida cambió al recibir un diagnóstico de los que hoy en día se recibe un 20 % de la población en algún momento de su vida.Padecer algún tipo de enfermedad mental en aquella época, era condenarte a una temporada en el infierno como mal menor o a la exclusión total de la sociedad para siempre.
Fueron tiempos difíciles, de lucha continua contra un gigante que solo existía en mi interior, lo peor de todo era el combate contra el estigma social, tanto el mundo interior como el exterior me fueron hostiles, al germen del mal había que añadirle el muro del desprecio, la incomprensión y el aislamiento. Todo ello me hizo ser una persona solitaria y desconfiada que pasaba todo el día encerrado en casa escuchando músicas y leyendo libros imposibles…
Cambié todos mis hábitos de vida, dormía ya de madrugada, me levantaba tarde en la mañana, mi aspecto era descuidado y casi todo dejó de importarme, la vida, el amor, la muerte…
La medicación me hacía vegetar en exceso, me sentía rígido, pesado, la mirada perdida, el vacío era tan intenso e insoportable. Justamente en ese instante las lagunas mentales comenzaron a hacer mella, poco a poco me fui quedando sin recuerdos ni sentimientos, pesar por mí mismo se convirtió en una utopía.
A lo largo de estos años he recibido varias etiquetas, tantas como manuales han salido al mercado. No debo mucho a la medicina y absolutamente nada a la psicología. Mi vida la he capitaneado yo durante este tiempo. El proceso fue largo en mi caso pese a mis dos grandes enemigos. a decir verdad de un tiempo a esta parte no estoy solo, alguien me acompaña en el camino, ella me conoce y se ha convertido en todo para mí, me siento realizado y completo a su lado. Es una bella historia de amor de dos seres complementarios que comparten todo en esta vida.

Atrás queda el infierno, el purgatorio y la lucha cotidiana, ahora sé en que consiste el fluir de la vida, tiene nombre y cuerpo de mujer, mi compañera.
Y es que el amor tiene la fuerza y el poder de transformar nuestras vidas, solo hay que coger el impulso de enamorarse de alguien en concreto, o de un arte o causa que nos ennoblezca y haga que merezca la pena vivir. Te quiero Mila.
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